Gracias al Papa Sergio I (687–701), el día 2 de febrero se celebra la Presentación de Jesús en el Templo. En este día se conmemora también la Purificación de María que cumplía con la Ley Judía (Levítico 12:1–2). Dicha ley indicaba que una madre debía ser purificada cuarenta días después de que diera a luz a un varoncito. Desde el undécimo siglo, la celebración de la Purificación de María y la Presentación del Niño Jesús en el templo se conmemoran con la bendición de todas las velas y veladoras que se van a usar durante el año. Esto se hace con la esperanza de que nunca falte la luz, tanto material como espiritual en las casas de los fieles. La palabra candelaria viene del verbo latín candere (brillar), de allí la palabra candela, o sea, veladora. Esta fiesta de candelas recuerda que los cristianos como Simeón y la profetiza Ana en el Templo pueden decir que ellos también han visto la salvación; Jesús la verdadera luz que brilla en brazos de María (Lucas 2:25–38).